El dulce de membrillo es una joya de la repostería tradicional, un clásico que ha sido transmitido de generación en generación. Su textura densa y suave, junto con su dulzura equilibrada, lo convierten en el acompañamiento perfecto para quesos suaves, como el queso de tetilla o el Arzúa-Ulloa. Además de ser un deleite en sí mismo, es versátil, ideal para usar en tartas, hojaldres e incluso como acompañamiento en platos de carne. Prepararlo en casa es sencillo y te permitirá disfrutar de un dulce natural y delicioso, perfecto para conservar durante meses.
Lava bien los membrillos para eliminar cualquier suciedad o residuo de su piel. Pela los membrillos con cuidado, retira el corazón y las pepitas, y córtalos en dados medianos. Estos pasos garantizan que el dulce tenga una textura suave y uniforme.
Coloca los trozos de membrillo en una olla exprés y cúbrelos con agua. Cocina durante 15 minutos para ablandarlos. Si no tienes una olla exprés, utiliza una olla normal y hierve los membrillos a fuego medio-alto durante aproximadamente una hora, o hasta que estén lo suficientemente tiernos como para deshacerse fácilmente con un tenedor.
Una vez cocidos, escurre los membrillos y déjalos enfriar hasta que estén manejables. Pesa los membrillos cocidos en una báscula de cocina y mide la misma cantidad de azúcar blanco. Por ejemplo, si tienes 700 g de membrillo cocido, necesitarás 700 g de azúcar.
En un recipiente grande, combina los membrillos cocidos y el azúcar. Usa una batidora de mano, un robot de cocina o un pasapurés para triturar los ingredientes hasta obtener una pasta homogénea. Este paso es crucial para conseguir la textura característica del dulce de membrillo.
Vierte la mezcla en un cazo amplio y cocina a fuego medio, removiendo constantemente con una cuchara de madera. Este proceso llevará aproximadamente 50 minutos. Sabrás que el dulce está listo cuando adquiera un color ámbar intenso y una consistencia espesa que apenas se despegue de las paredes del cazo al remover.
Forra un molde con papel vegetal para facilitar el desmoldado. Vierte la mezcla caliente en el molde y nivela la superficie con una espátula para que quede uniforme. Cubre con film transparente y deja reposar a temperatura ambiente durante 24 horas, permitiendo que el dulce tome su forma y consistencia definitiva.
Para un toque diferente, puedes aromatizar el dulce de membrillo añadiendo una rama de canela o la cáscara de un limón al agua de cocción. Esto aportará un aroma delicioso y un sabor más profundo. Si deseas un dulce más firme, prolonga un poco la cocción en el cazo, removiendo constantemente para evitar que se pegue.
El dulce de membrillo se conserva perfectamente durante meses gracias a su contenido de azúcar, siempre que lo guardes en un recipiente hermético en un lugar fresco y seco. Si prefieres congelarlo, también es una opción válida, ya que mantendrá su sabor y textura al descongelarlo.
Preparar dulce de membrillo casero es una experiencia gratificante que conecta con la tradición y los sabores auténticos. Su versatilidad lo convierte en un imprescindible en tu despensa, ya sea para disfrutarlo con quesos, incluirlo en recetas más elaboradas o simplemente como un dulce para compartir. Anímate a prepararlo y descubre cómo algo tan sencillo puede ser tan delicioso. Explora más recetas en nuestro sitio y cuéntanos tu experiencia. ¡Este clásico nunca pasará de moda!