El bizcocho de mantequilla esponjoso es una opción deliciosa y clásica que encanta tanto a niños como a adultos. Su textura tierna y su sabor exquisito lo convierten en el acompañante perfecto para desayunos, meriendas o para disfrutar junto a una taza de café. Fácil de preparar y con resultados garantizados, este bizcocho es ideal para cualquier ocasión especial o para consentirte un día cualquiera.
Comienza separando las claras de las yemas de los huevos. En un recipiente grande, bate las claras junto con media taza de azúcar hasta obtener una mezcla espumosa y bien integrada. Reserva esta preparación para usarla más adelante.
En otro recipiente, bate las yemas de huevo con la media taza restante de azúcar hasta que obtengas una mezcla cremosa y pálida. Agrega la mantequilla a temperatura ambiente y la leche, mezclando bien hasta integrar por completo. A esta mezcla, incorpora la harina y la levadura previamente tamizadas para evitar grumos. Remueve hasta lograr una masa homogénea.
Una vez lista la base, integra las claras batidas poco a poco, utilizando movimientos envolventes para no perder el aire incorporado en ellas. Este paso es clave para garantizar que el bizcocho quede esponjoso y ligero.
Precalienta el horno a 175ºC con calor por arriba y por abajo. Mientras el horno alcanza la temperatura adecuada, vierte la mezcla en un molde previamente engrasado o de silicona. Alisa la superficie con una espátula para que el bizcocho quede uniforme.
Hornea durante 45 minutos. Para asegurarte de que esté listo, inserta un palillo en el centro del bizcocho; si sale limpio, puedes retirarlo del horno. Una vez horneado, deja enfriar el bizcocho dentro del molde durante unos minutos antes de desmoldar. Esto ayudará a que conserve su forma y no se rompa.
Para darle un toque especial, puedes espolvorear azúcar glas o decorar con frutas frescas una vez que el bizcocho esté frío. Si prefieres un sabor más intenso, agrega ralladura de limón o naranja a la masa.
Este bizcocho de mantequilla esponjoso es un clásico que nunca falla. Su textura suave y su sabor dulce lo convierten en una receta imprescindible para cualquier ocasión. Anímate a prepararlo y sorprende a tu familia y amigos con un postre que siempre deja ganas de más. No olvides explorar otras recetas para complementar tus meriendas y desayunos caseros. ¡Buen provecho!