Descripción

El salame es uno de los embutidos más queridos y versátiles en la gastronomía italiana. Este delicioso manjar no solo se puede disfrutar solo, sino que también es perfecto para acompañar una variedad de platillos, desde pastas hasta ensaladas. Su textura y sabor característicos lo hacen ideal para compartir en fiestas, picnics o simplemente para disfrutar en la comodidad de tu hogar. Preparar salame en casa puede parecer una tarea desalentadora, pero con un poco de paciencia y los ingredientes adecuados, podrás disfrutar de un salame casero digno de los mejores restaurantes italianos.

Ingredientes

• 5 kilos de carne de cerdo (magra)
• 2 kilos de carne de vaca (magra)
• 3 kilos de tocino (cortado en cubos)
• 300 gramos de sal entrefina
• 35 gramos de pimienta blanca y negra
• 3 gramos de nuez
• 300 gramos de aditivo integral para salami
• 2 tazas de vino blanco
• 3 dientes de ajo (aplastados previamente)
• 3 gramos de canela y clavo
• Tripa para embutir sintética o natural
• Es recomendable, además, tener a la mano los siguientes utensilios:
• Cuchillo
• Amasadora
• Cacerola

Modo de preparación

Comenzaremos el proceso preparando la carne de manera adecuada. La clave para conseguir un salame de calidad es enfriar la carne a temperaturas extremadamente bajas, idealmente hasta -1°C. Esto ayudará a que la carne se mantenga fresca durante el proceso de picado.

Primero, pica la carne de cerdo en trozos pequeños, alrededor de 12 milímetros. Haz lo mismo con la carne de vaca, pero esta debe ser cortada en trozos más pequeños, de hasta 10 milímetros. La precisión en el corte es muy importante, ya que una mala picada puede afectar la textura final del salame.

Una vez que hayas picado ambas carnes, procederemos a mezclar la sal. Es fundamental que la sal se distribuya de manera uniforme en toda la mezcla de carne. Coloca la carne en la amasadora y déjala trabajar durante unos minutos para que la sal se incorpore bien.

A continuación, añadiremos el aditivo integral, los dientes de ajo aplastados, junto con la canela y el clavo a la mezcla. La canela y el clavo aportarán un toque especial a tu salame, realzando su sabor único y característico. Continúa amasando la mezcla para asegurarte de que todos los ingredientes estén bien integrados.

Después del amasado, es hora de añadir el vino blanco a la mezcla. Recuerda que el vino debe estar frío, ya que esto ayudará a mantener la frescura de la carne. Mezcla nuevamente bien, asegurándote de que todo el vino se absorba en la mezcla de carnes y especias.

Tan pronto como la carne haya absorbido el vino, procederemos a introducir el tocino. Este será el secreto de la jugosidad y el sabor inolvidable del salame. Amasa con mayor intensidad para obtener una pasta que sea un tanto pegajosa, lo cual es una señal de que estamos en el camino correcto.

Una vez que hayas conseguido la textura adecuada, es momento de embutir la carne en la tripa que hayas elegido, sea sintética o natural. Es vital que la tripa no quede demasiado apretada, ya que esto podría provocar que se rompa durante el proceso de curado. Asegúrate de dejar suficiente espacio para que el salame pueda expandirse.

Una vez embutido, necesitamos dejar descansar y secar la mezcla durante medio día en un lugar fresco y seco, evitando el contacto directo con el exterior. Este primer tiempo de reposo es crucial para que los sabores se intensifiquen y se logre la correcta textura del salame.

Después de este periodo, iniciamos un proceso de hidratación. Este paso significa que el salame deberá mantenerse húmedo, alrededor del 95%, durante al menos dos días. Este ciclo de humedad es esencial para asegurar que la carne no se seque demasiado, lo que podría afectar su sabor.

Transcurridos de 10 a 20 días, es importante verificar la dureza del salame. En este punto, deberías notar que el salame se corta fácilmente y que la tripa se despega sin complicaciones. Este es un indicativo de que la curación está progresando correctamente.

Finalmente, después de 30 días, nuestro salame estará listo para ser degustado. Sin embargo, si todavía no planeas consumirlo, puedes agregarle un poco de grasa comestible como conservante y prolongar su conservación.

Consejos y Conclusión

Asegúrate de tener todos los ingredientes frescos y de buena calidad. La elección de las carnes y especias influirá significativamente en el sabor del producto final. Además, el proceso requiere paciencia y atención, así que no te apresures. Cada paso es crucial para que logres un salame casero perfecto.
Hacer salame casero es una experiencia gratificante que no solo te permite disfrutar de un producto delicioso, sino que también te conecta con una tradición culinaria que data de siglos atrás en Italia. La próxima vez que desees algo especial, considera preparar tu propio salame. No solo deleitarás a tus invitados, sino que también tendrás la satisfacción de haberlo hecho tú mismo. ¡No lo dudes más y comienza con este delicioso proyecto culinario!