Descripción

Las rosquillas fritas son un delicioso y clásico postre que se disfruta en muchas culturas. Crujientes por fuera, suaves por dentro y cubiertas de azúcar, estas rosquillas caseras son perfectas para acompañar con un café o té. Con un toque de ralladura de limón y esencia de vainilla, este postre es sencillo pero increíblemente sabroso. Además, son fáciles de preparar en casa y se pueden disfrutar en cualquier ocasión, ya sea un desayuno especial o una merienda deliciosa.

Ingredientes

• 500 g de harina de trigo
• 100 g de azúcar
• 2 huevos
• 100 ml de leche
• 50 ml de aceite de oliva
• 1 sobre de levadura química (polvo para hornear)
• Ralladura de 1 limón
• 1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
• Aceite para freír
• Azúcar para espolvorear

Modo de preparación

Prepara la mezcla de harina:

En un bol grande, tamiza la harina junto con la levadura química. Agrega el azúcar y mezcla bien para integrar todos los ingredientes secos.
Forma la masa:

Haz un hueco en el centro de la harina y añade los ingredientes líquidos: los huevos, la leche, el aceite de oliva, la ralladura de limón y la esencia de vainilla (si decides usarla).
Con una cuchara o tus manos, mezcla bien todos los ingredientes hasta que formen una masa uniforme y suave.
Amasado:

Coloca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y amasa durante unos minutos hasta que esté lisa y homogénea. No debe pegarse a las manos ni a la superficie.
Reposo:

Cubre la masa con un paño limpio y déjala reposar en un lugar cálido durante unos 30 minutos. Esto permitirá que la masa se relaje y sea más fácil de trabajar.
Forma las osquillas:

Una vez que la masa haya reposado, toma pequeñas porciones de masa (aproximadamente del tamaño de una pelota de ping pong). Haz bolas y luego, con el dedo, forma un agujero en el centro de cada bola para darles forma de rosquilla. Asegúrate de que el agujero sea lo suficientemente grande, ya que al freír las rosquillas tenderán a cerrarse un poco.
Calienta el aceite:

En una sartén profunda, calienta abundante aceite para freír a fuego medio. El aceite debe estar lo suficientemente caliente como para freír las osquillas, pero no tan caliente que las queme antes de cocerse por dentro. Un buen punto de referencia es que la temperatura del aceite esté entre 170-180°C.
Fríe las osquillas:

Fríe las osquillas en tandas pequeñas para que no se enfríe demasiado el aceite. Fríelas de ambos lados hasta que estén doradas y crujientes, aproximadamente 2-3 minutos por cada lado.
Retira las osquillas con una espumadera y colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Espolvorea con azúcar:

Mientras las osquillas estén aún calientes, pásalas por azúcar para que se adhiera bien. Este paso es clave para darles ese toque dulce irresistible.
Listas para disfrutar:

Deja que las osquillas se enfríen un poco antes de servirlas. Son ideales para acompañar con café, té o incluso un chocolate caliente.

Consejos y Conclusión

Variedades de sabor: Puedes añadir un toque de canela al azúcar para espolvorear, o incluso rellenar las osquillas con crema pastelera o dulce de leche una vez estén frías.
Asegura la textura crujiente: No sobrecalientes el aceite para que las osquillas queden crujientes por fuera y bien cocidas por dentro. Si el aceite está demasiado caliente, se dorarán demasiado rápido sin cocerse adecuadamente.
Conservación: Las osquillas se disfrutan mejor el mismo día, pero puedes almacenarlas en un recipiente hermético por hasta dos días. Si pierden un poco de su textura crujiente, puedes calentarlas brevemente en el horno.

Las Osquillas Fritas son el acompañamiento perfecto para cualquier momento del día. Con su sabor dulce, un toque cítrico de limón, y su textura ligera y esponjosa, estas rosquillas caseras se convertirán en una de tus recetas favoritas para compartir con familiares y amigos. ¡Hazlas hoy y disfruta de este delicioso clásico!