Descripción

El Pastel Castella, un clásico de la repostería japonesa, es conocido por su textura esponjosa y su sabor delicado. Esta versión de Pastel Castella de Leche Condensada no solo respeta la tradición, sino que también añade un toque dulce y cremoso gracias a la leche condensada. Imagina un pastel que se deshace en la boca, con un sabor que evoca recuerdos y momentos especiales. Este postre es perfecto para compartir en reuniones familiares o simplemente disfrutar en un día cualquiera con una taza de café o té.

Lo que hace que esta receta sea aún más especial es su facilidad de preparación. Con una mezcla de yemas y claras batidas a la perfección, así como la adición de ingredientes simples pero efectivos, te encontrarás en un viaje culinario que combina técnica y sabor. Ya seas un chef experimentado o un principiante en la cocina, este pastel te permitirá lucirte y deleitar a tus seres queridos.

Así que, prepárate para sumergirte en el mundo de la repostería japonesa con esta deliciosa receta de Pastel Castella De Leche Condensada que te hará desear repetir una y otra vez.

Ingredientes

• Merengue de yema:
• - 215 g de yemas de huevo (aproximadamente 12 yemas)
• - 50 g de azúcar (1/4 de taza)
• - 1 cucharadita de sal
• - 70 ml de jarabe de almidón
• Merengue blanco:
• - 410 g de claras de huevo (aproximadamente 12 claras)
• - 200 g de azúcar (1 taza)
• - 290 g de harina blanda
• - 55 g de maicena
• - 70 ml de leche condensada
• - 60 ml de aceite de cocina
• - 10 ml de extracto de vainilla

Modo de preparación

Modo de Preparación:
Comenzamos por el merengue de yema. En un tazón grande, combina las yemas de huevo con 50 g de azúcar, una cucharadita de sal y el jarabe de almidón. Aquí es donde la magia comienza. Con una batidora, bate estos ingredientes a velocidad media. La clave está en paciencia y atención. Cuando veas que la mezcla adquiere un color blanco pálido, es momento de bajar la velocidad y seguir batiendo por unos minutos más. Este proceso es crucial, ya que buscamos eliminar burbujas de aire que podrían afectar la textura final del pastel. Un truco para saber si está listo es levantar las varillas de la batidora; la mezcla debería mantenerse firme sobre el merengue.

Ahora es el turno del merengue blanco. En otro bol, agrega las claras de huevo junto con los 200 g de azúcar. Comienza a batir a velocidad baja; esto permite que el azúcar se disuelva sin desbordar. Una vez que notes que el azúcar se ha incorporado, aumenta la velocidad a alta. Lo que buscas aquí es un merengue suave y brillante. Continúa batiendo hasta que las claras formen picos suaves; esto significa que están listas para ser incorporadas en la mezcla.

Pasemos a la parte más emocionante: integrar ambos merengues. En el bol del merengue de yema, añade la leche condensada, el aceite de cocina y el extracto de vainilla. Mezcla todo con cuidado hasta que esté bien combinado, siempre procurando no perder el aire que has logrado incorporar.

Ahora, es momento de añadir las claras batidas al merengue de yema. Hazlo en tres partes, incorporando cada adición con movimientos envolventes. Este es el secreto para lograr una textura ligera y esponjosa en tu pastel. Cuando todo esté incorporado, es hora de añadir los ingredientes secos. Tamiza la harina blanda y la maicena sobre la mezcla y, de nuevo, con movimientos envolventes, mezcla hasta que todo esté bien combinado y no haya grumos.

Una vez que la mezcla está lista, precalienta tu horno a 160 °C (320 °F). Mientras el horno se calienta, prepara tu molde. Puedes utilizar un molde cuadrado o rectangular, de preferencia de unos 20 cm de ancho. Engrasa el molde y forra la base con papel pergamino. Esto asegura que el pastel se desmolde fácilmente una vez que esté cocido.

Vierte la mezcla en el molde preparado y da unos golpecitos suaves sobre la encimera para eliminar burbujas de aire adicionales. Introduce el molde en el horno y hornea durante aproximadamente 50-60 minutos. El tiempo de cocción puede variar dependiendo de tu horno, así que vigila tu pastel. Sabrás que está listo cuando la superficie esté dorada y al insertar un palillo en el centro, este salga limpio.

Una vez horneado, retira el pastel del horno y deja enfriar en el molde durante unos 15 minutos. Luego, pasa un cuchillo por los lados del molde para despegar el pastel y vierte sobre una rejilla para que se enfríe por completo. Esta parte es crucial; no te apresures. Dejar enfriar adecuadamente garantiza que la textura esponjosa permanezca intacta.

Una vez frío, es el momento de disfrutar de tu creación. Este pastel se puede servir solo, espolvoreado con un poco de azúcar glas o acompañado de fruta fresca como fresas o kiwi, añadiendo un contraste de sabor y color. También puedes acompañarlo con una bola de helado para convertirlo en un postre más indulgente.

Consejos y Conclusión

Consejo:
Si deseas añadir un toque personal a tu Pastel Castella De Leche Condensada, considera infundir la leche condensada con un poco de ralladura de limón o naranja para un sabor más fresco y vibrante. Además, puedes experimentar con diferentes tipos de extractos, como almendra o coco, para diversificar el perfil de sabor.

¿Te sobra pastel? No te preocupes. Este delicioso postre puede ser cuidadosamente envuelto en film transparente y guardado en el refrigerador por hasta tres días. ¡Aunque dudo que dure tanto!

Conclusión:
Preparar un Pastel Castella De Leche Condensada es una experiencia que combina simpleza y elegancia en la cocina. Este postre no solo satisface el paladar, sino que también aporta un aire de sofisticación a cualquier mesa. Ya sea para una celebración especial o un momento cotidiano, no hay mejor forma de disfrutar de este pastel que acompañado de buenos amigos y familia.

Si te ha gustado esta receta, te invito a explorar nuestras otras delicias en la sección de repostería de nuestro sitio. Comparte tus versiones y tus momentos disfrutando de este pastel; estamos seguros de que, al igual que tú, muchos encontrarán un nuevo favorito. ¡Disfruta de tu pastel y sigue navegando para descubrir más recetas exquisitas!