El cheesecake de fresa sin hornear es un postre clásico que combina la cremosidad del queso crema con la frescura de las fresas, creando un bocado irresistible. Este pastel es perfecto para ocasiones especiales o como un capricho dulce para disfrutar en casa. Su preparación sin horno lo hace ideal para cualquier época del año, especialmente en días calurosos, ya que se mantiene fresco y ligero. La base crujiente de galletas Graham, el suave relleno de queso con un toque de gelatina de fresa y la explosión de sabor de las fresas frescas lo convierten en una verdadera obra maestra de la repostería casera.
Preparación de la corteza:
En un procesador de alimentos, combina las galletas Graham y el azúcar morena. Procesa hasta obtener una textura fina y homogénea, similar a arena gruesa. Con el procesador en marcha, vierte lentamente la mantequilla derretida, permitiendo que se integre por completo.
Rocía un molde desmontable de 9 pulgadas con spray de cocina antiadherente para facilitar el desmolde posterior. Transfiere la mezcla de galletas al molde y utiliza el dorso de un vaso medidor para presionarla firmemente en el fondo y hasta 1,5 pulgadas en los lados. Coloca la corteza en el congelador durante 20 minutos para que se endurezca.
Preparación del relleno:
En el tazón de una batidora, bate la crema para batir con el extracto de vainilla a velocidad media-alta hasta que se formen picos firmes. Reserva la crema batida en un bol aparte.
En el mismo tazón de la batidora, añade el queso crema y bate a velocidad media hasta que esté suave y sin grumos. Raspa los lados del tazón y añade el azúcar granulada, el azúcar en polvo, la ralladura de limón y el jugo de limón. Mezcla hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.
Disuelve la gelatina de fresa en el agua hirviendo, revolviendo durante al menos 2 minutos para asegurarte de que no queden gránulos. Añade la gelatina disuelta a la mezcla de queso crema y bate hasta obtener una consistencia suave y uniforme. Incorpora las fresas finamente picadas con movimientos suaves.
Con una espátula, dobla un tercio de la crema batida reservada en la mezcla de queso crema, asegurándote de que se integre completamente. Repite este proceso con el resto de la crema batida, doblando suavemente para mantener la ligereza del relleno.
Montaje del cheesecake:
Retira la corteza del congelador y vierte el relleno sobre ella, distribuyéndolo en una capa uniforme. Suaviza la parte superior con una espátula. Cubre el molde con envoltorio plástico y refrigera durante al menos 12 horas, preferiblemente toda la noche, para que el cheesecake adquiera la consistencia perfecta.
Servir:
Una vez firme, pasa un cuchillo pequeño o una espátula por los bordes del molde para aflojar la tarta. Retira cuidadosamente el aro del molde y transfiere el cheesecake a un plato de servir. Para obtener cortes limpios, utiliza un cuchillo caliente, limpiándolo después de cada corte.
Para una presentación más elegante, decora el cheesecake con fresas frescas enteras o laminadas y un toque de menta fresca. Si buscas una variación, puedes sustituir la gelatina de fresa por gelatina de limón o naranja, ajustando las frutas según el sabor elegido.
Este cheesecake de fresa sin hornear es la mezcla perfecta de sabor, textura y frescura. Su preparación sencilla y su resultado espectacular lo convierten en el postre ideal para cualquier ocasión. Descubre otras recetas deliciosas en nuestro sitio, como el Cheesecake de Frutos Rojos o el Tiramisú Clásico. ¡Comparte esta receta con tus amigos y familiares y sorpréndelos con tus habilidades en la cocina!